XII Rally Internacional de Motos Clásicas de Colombres, en plena forma

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Quienes hemos participado en las doce ediciones del XII Rally Internacional de Motos Clásicas de Colombres, organizadas por Moto Club Indianos, no dejamos de sorprendernos de la capacidad que demuestran, año tras año, para impresionarnos.

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Del 2 al 8 de octubre

Siempre atentos a las sugerencias de los participantes del Rally, así como de los visitantes de fin de semana, cada nueva edición aporta mejoras que hacen que este diamante en bruto vaya tomando la forma de una verdadera joya para el motociclismo. Pocos son los que no conocen este evento, no solo a nivel nacional sino más allá de nuestras fronteras, lo que hace que cada vez sea mayor la participación extranjera, tal y como demuestra que por primera vez el número de visitantes venidos de la vecina Francia haya igualado la afluencia nacional. Aun así, la mayoría sigue siendo para Reino Unido, donde este evento tiene una fama que no deja de sorprender. Siendo este país un referente en el mundo de los vehículos clásicos, es evidente que tiene que haber poderosas razones para que así sea.

Para entender el porqué de este reconocimiento, lo mejor será que te explique en qué consiste este Rally y cuáles son sus características principales. Estamos ante un evento que podríamos calificar de mototurismo, en el que durante una semana se realiza una ruta diaria de entre 120 y 250 kms, recorriendo un total de 1.500 Kms por algunos de los parajes más bellos del norte de España, entre playas, ríos, lagos y las montañas más altas de los Picos de Europa. El pueblo de Colombres es una de esas perlas escondidas, que nos sirve de marco incomparable para las salidas cada mañana. Una población en la que destaca la arquitectura indiana y donde, en la más bonita de entre ellas, se ubica el Museo de la Emigración. Además de su belleza, esta localidad ofrece una posición estratégica para emprender la exploración de los paisajes tan impresionantes de ésta parte del mundo. Salir de la plaza cada mañana en compañía de cientos de entusiastas en sus venerables máquinas, y desde el minuto uno sentir la libertad de rodar sin semáforos ni rotondas, es algo que parece de otro tiempo.

Cada día es diferente y uno se pregunta cómo es posible que cada año nos puedan sorprender con nuevos lugares y nuevas carreteras. No importa que sea todo nuevo, pues el rutómetro es fácil de seguir y, por si fuera poco, el recorrido estará flechado. Si esto no basta, cada ruta se ofrece en formato digital para los que les gusta la tecnología. Pareciese que las opciones son infinitas. Lo que permanece constante, sin embargo, es la comida diaria que nos ofrecen a media ruta, donde a pesar de que cada uno rueda a su ritmo, nos volvemos a reunir para disfrutar de la abundante oferta y la elaborada cocina, que pese a realizarse al aire libre, no se limita a un simple tentempié. Comida caliente además de pincheo y algún que otro dulce nos invitan a seguir adelante para completar el recorrido. Llegar al Restaurante La Parra, una vez terminada la ruta, para disfrutar de un refrigerio en compañía del grupo, es en sí mismo uno de los momentos más apreciados para los que lo hemos experimentado. Es hora de comentar la jornada y ver si algún compañero ha tenido la mala suerte de regresar en “La furgoneta de la Vergüenza” como así han apodado al servicio de asistencia que se encarga de recoger las motos que deciden no seguir adelante.

Quien ha tenido una avería se afanará inmediatamente en solventarla haciendo uso del taller que el Moto Club Indianos pone a disposición de los participantes, y no faltará por supuesto ayuda, pues el Rally de Colombres es una gran familia. Y como estamos en familia habrá risas y bromas durante la reparación y quizá una cierta piquilla entre marcas y modelos. Y así, resucitada la maltrecha montura, vuelve la alegría al rostro de su orgulloso propietario que siente el alivio de no perderse la nueva aventura que nos espera mañana.

La noche del jueves es algo especial ya que tiene lugar una cena en familia en la que tenemos la ocasión de reunirnos todos sin la “ropa de faena”, pues somos tantos que estamos diseminados en varios hoteles. Un momento que el Moto Club fomenta con la idea de que se creen nuevos vínculos cada año y la experiencia demuestra que funciona estupendamente.

El viernes tienen lugar dos rutas a falta de una. La habitual ruta tranquila para disfrutar del paisaje y un desafío para piloto y máquina llamado “Las 300 millas”. Una ruta de más de 500 kilómetros de lo más exigente que comienza a las 7:30 de la mañana terminando a las 21 horas. La dureza de este evento queda demostrada por la experiencia de pilotos, acostumbrados a desafíos similares, quienes remarcan que esta ruta parece más fácil de lo que en realidad es y además está elaborada de tal forma que, a pesar de tener un límite de tiempo, ofrece tal belleza de paisajes que uno se olvida por momentos que está realizando un desafío. Una prueba que de año en año bate record de asistencia y que ésta edición ha contado con la participación de tres féminas que, dicho sea de paso, han terminado todas.

Ambas rutas coinciden en la parada para comer y es curioso ver las miradas de admiración de los participantes del rally hacia aquellos que lucen el chaleco naranja de las 300 millas. Cuando todos se reúnen “los naranjas” llevan ya más kilómetros encima que los demás y les quedan otros tantos para terminar. No es de extrañar que el pódium de llegada situado en La Parra sea el lugar dónde hay que estar esa tarde para ver cómo van llegando los “supervivientes”. Una vez allí es hora de verificar que la ruta se ha completado. El pasaporte que se entrega a la salida llevará el sello de salida, el sello del control sorpresa, y para obtener el último, que dará la aptitud para el trofeo, han de mostrarse las ocho fotografías de lugares clave que impiden saltarse ninguna parte del recorrido. Una vez todo correcto, se hace entrega del trofeo y se inmortaliza el momento oficialmente entre aplausos de los demás participantes.

Llega el fin de semana y el Rally se abre al público general. El sábado tienen lugar, además de la ruta diaria, (esta vez más corta y con comida en la propia plaza de Colombres para así poder disfrutar de los eventos que tienen lugar allí) el Mercadillo de recambios y la subida en cuesta. El Mercadillo ofrece la posibilidad, no sólo de encontrar esa pieza que nos falta, sino además de adquirir todo tipo de mercaderías relacionadas con las motos, incluidas motos completas y no tan completas, por supuesto. Todo el día permanecerá abierto para disfrute de quienes no nos gusta comprar por internet y que valoramos la experiencia y profesionalidad de los recambistas. La subida en cuesta es sin duda el plato fuerte y este año ha experimentado cambios importantes. Tras diez estupendos eventos, ha llegado el relevo generacional a la dirección de la carrera. El debut ha sido por todo lo alto, con una gran participación y la novedad del punto de salida que ahora es Unquera. La prueba no sólo es un poco más larga, sino que ha aumentado el número de pasadas y de categorías ofreciendo espectáculo por más de tres horas repletas de adrenalina y rugido de motores. Una subida que sobrevive como la última en todo el territorio nacional y que ha contado como invitados especiales con dos leyendas del motociclismo como son César Gracia Samper y Benjamín Grau quienes deleitaron al público con unas pasadas en las que no iban saludado precisamente. Tanto el Moto Club como la afición han dado un mensaje claro, esto no se termina. Con este menú y un tiempo propio de los meses de verano el pueblo de Colombres era un hervidero de pasión por la moto clásica.

 

Y llega el último día de la semana y aún nos quedan ganas de dar gas. Una ruta final antes de regresar para compartir en la plaza una última comida. Y para quienes nos visitan, otros dos eventos, el Motocross Clásico y la Carrera de Correpasillos para los futuros campeones. El más entrañable evento de cuantos se organizan es para los peques de la casa que subidos a sus correpasillos tienen su propia “competición” en la que todos ganan y en la que además de risas viendo las peripecias de estos chiquillos, también se ven alguna que otra lagrimita en las caras de los papás. La entrega de premios no hay que perdérsela, con sus medallitas y su paquete de chuches y todos aplaudiendo.

El Motocross ha experimentado también cambios importantes, el primero, el circuito. Por cuarta vez se ha cambiado el emplazamiento de esta prueba. No es fácil encontrar el lugar idóneo, pero a decir de todos, esta vez han dado en el clavo. Un precioso circuito que trazaron los organizadores, con la dificultad justa para que todos pudiesen disfrutar, al que añadir zona de aparcamiento, un amplio paddock, baños y hasta cantina. Allí estaban de espectadores campeones de la especialidad como José Ángel Mendivil, Jesús Saiz y José María Saiz “Titín”, quienes disfrutaron de las diferentes mangas y categorías de un programa muy completo y muy bien organizado, que ofreció espectáculo constante desde las 10 de la mañana hasta las 15 en que tuvo lugar la entrega de premios.

Es momento de despedidas y promesas de rencuentro. Una semana muy intensa de la que nos llevamos recuerdos imborrables y el buen sabor de boca de un evento con solera y merecida fama, al que estamos deseando volver el año próximo. Si no lo has vivido, ven y te aseguro que no te arrepentirás. Más información en www.motoclubindianos.com

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