Hoy en día, el Morris Minor se encuentran entre los autos de tamaño familiar mejor aprovechados en el movimiento de vehículos clásicos populares que continúan ganando notoriedad, esto quizás se refleja por el número de Morris Minor restaurados y mejorados, considerando que es un vehículo que refleja muy bien la filosofía y el carácter de la idea de Alec Issigonis - su diseñador - que era producir un coche práctico y económico que la población general pudiera permitirse y que igualara, cuando no superara, el confort y diseño de los vehículos de segmentos más caros y que toda la población pudiera disfrutar de las ventajas de tener un coche que sirviera para satisfacer sus necesidades de movilidad, incluso en caso de tener que transportar alguna carga, polivalente idea también aplicada a su posterior icono de todos conocido como lo fue el Mini.
Como ya comenté en un artículo anterior, D. Carlos Alberto Hernández Pérez, no cesa en su empeño de continuar censando todos y cada uno de estos Morris que estén en cualquiera de las Islas Canarias, habilitados o no para su circulación, en cualquiera de sus versiones e independientemente de su primera matriculación, y que poco a poco va dando resultados este sesudo empeño, sorprendiendo a veces con algún “bard find” o hallazgo de granero perdido en esta geografía insular.
Aunque algunos que por diversos motivos no pudieron asistir, fueron trece de estos vehículos los que asistieron a este segundo paseo, rodando por el norte de la isla de Tenerife, el pasado sábado 4 de marzo, sumando seis más que en la anterior salida, incluyendo a dos de ellos que hicieron el gran esfuerzo de venir desde Gran Canaria. En esta ocasión la salida fue desde Santa Cruz hasta el Sauzal, donde se hizo una parada de reagrupación, para luego continuar hasta el emblemático mirador de Humboldt (geógrafo y humanista Prusiano del siglo XVIII) donde nos esperaba el resto del grupo y donde también se aprovechó para tomar un pequeño piscolabis, admirando la belleza del Gran Valle de la Orotava, partiendo nuevamente hacia el restaurante donde compartimos un agradable almuerzo.
Después de una satisfactoria sobremesa y para concluir con broche de oro este paseo, visitamos el garaje donde D. Emilio Pérez Ascanio que desinteresadamente nos abrió sus puertas para admirar toda una vida de pasión por el motor clásico, un lugar donde expone su gran colección (ya que no quiere que le llamen museo) de vehículos clásicos y antiguos, además de muchos objetos relacionados con ello y donde también tiene cabida un precioso Morris coupé descapotable que en esta ocasión también nos acompañó y que además forma parte de este grupo. En el transcurso de la visita y después de admirar y disfrutar de todo lo allí expuesto le fue entregado un pequeño detalle de nuestro paso, como agradecimiento a su amable disposición.
TEXTO Y FOTOS: LORENZO SUÁREZ DORTA
