Los Peugeot del Tour de Francia

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En Francia, el verano, tanto para los amantes del ciclismo como para los que no lo son, es sinónimo de La Grande Boucle o, simplemente, del “Tour”, nombre que recibe el evento ciclista más importante del mundo y símbolo por excelencia de las carreras sobre dos ruedas.

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Ciclistas y equipos de todos los continentes han situado siempre esta carrera como su gran objetivo de la temporada, y pese a que en ocasiones se ha visto envuelta en polémicas, ningún escándalo ha conseguido alterar su fama. En este contexto, donde se mezclan el sudor y la fatiga con la gloria del maillot amarillo y el champán, nacieron numerosos mitos, no solo ciclistas, sino también tecnológicos, imprescindibles para el funcionamiento del Tour.

En primer lugar, como es obvio, las bicicletas que son las estrellas del evento. Peugeot fabrica bicicletas desde el lejano 1886, cuando Armand Peugeot inició en la fábrica de Beaulieu la producción de dos modelos distintos de bicicleta y de un triciclo. Diez años después, en 1896, superó la barrera de las 9.000 unidades anuales fabricadas. Desde entonces, la producción de bicicletas en la marca Peugeot no se ha detenido nunca y la gama de bicicletas y accesorios ha sido cada vez más completa y variada, con, entre otros, bicicletas para el ejército y para las carreras ciclistas que ya a finales del s.XIX eran muy numerosas.

Pero, cuando el 1 de julio de 1903 se inició el primer Tour con la primera etapa entre París y Lyon, la competición entró en una nueva dimensión. Peugeot, que había comprendido desde hacía tiempo la importancia de las carreras para dar a conocer sus productos, patrocinó a diferentes ciclistas y a determinadas carreras y, desde 1904, creó su propio equipo de competición.

Sus bicicletas consiguieron los primeros triunfos en el Tour, y en 1907 lograron copar los 3 primeros puestos de la Milán-San Remo. En 1912, en el Giro de Italia, el equipo Peugeot terminó 2º.

La trayectoria del equipo ciclista de Peugeot terminó en el año 2008 pasando a la historia no solo por los campeones que lo integraron y por sus éxitos, sino por el hecho de ser la escuadra más longeva de la historia del ciclismo. Pero, desde hacía tiempo, las bicicletas Peugeot no eran las únicas que recorrían las carreteras con el logotipo del león. Coches, furgonetas y motocicletas se añadieron a la oferta y las acompañaron en las pruebas ciclistas como vehículos de apoyo para los corredores. Además, parece que, durante el reconocimiento para realizar el trazado de la primera edición del Tour de Francia, en el invierno de 1903, un joven Lefèvre (periodista deportivo que tuvo la idea de organizar el Tour) se encontraba junto a otros colaboradores a bordo de un torpedo Peugeot y que durante la travesía de un puerto de montaña y sorprendido por una fuerte tormenta de nieve, estuvo al borde de la congelación. Con la evolución del evento, las motocicletas y los automóviles que seguían la carrera fueron cada vez más numerosos y ya en la década de 1930, el Tour se había convertido en un auténtico evento de masas, lo que permitió que se empezaran a utilizar los primeros vehículos publicitarios que precedían o seguían el paso de los corredores. A lo largo de todo el recorrido se apiñaban miles de aficionados, una ocasión perfecta para Peugeot para promocionar su amplia gama de productos; de las bicicletas a los automóviles pasando por las herramientas y las motocicletas.

Pero fue después de la II Guerra Mundial, en las décadas de 1950 y 1960, cuando se produjo la verdadera explosión de fenómeno ciclista: innumerables empresas apostaron por publicitarse carrozando vehículos con formas y colores realmente peculiares, creando una caravana publicitaria llena de originalidad. Muchos de los modelos que se tomaron como base para el desarrollo de esos vehículos publicitarios eran Peugeot: 203, 403, D3, D4 o 404. Ninguno escapó a la fantasía de los publicitarios y al talento de los carroceros. El fenómeno de los vehículos publicitarios se convirtió en una moda tan popular en Francia que llegaron a organizarse concursos para premiar a las mejores y más originales creaciones. El más famoso de estos concursos fue, sin duda el Concours de la Pubblicité qui roule (Concurso de la publicidad rodante) que se celebró por primera vez en Burdeos en el verano de 1951.

En esa ocasión, el premio fue otorgado a un Peugeot D3A transformado por el carrocero Paul di Bordeaux para la empresa de chocolates Poulain. Hoy, los raros ejemplares de estos vehículos publicitarios que han sobrevivido son objetos de culto no tan solo por parte de los coleccionistas de coches o de los aficionados del Tour, sino incluso de empresas del sector. Es famoso, por ejemplo, el J7 publicitario (que formó parte de la caravana del Tour), completamente restaurado a su estado original por el Club de apasionados coleccionistas de vehículos de época “Les Trapadelles” de Saint Rémy de Provence, que no pierden ocasión de exhibirlo en sus encuentros y concentraciones.

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1 comentario

  • Alfredo Osvaldo López Moreno Miércoles, 03 Febrero 2021 19:15 publicado por Alfredo Osvaldo López Moreno

    Soy admirador y usuario de la marca Peugeot desde 1980. Me inicie como vendedor de vehículos okm Peugeot en un concesionario oficial de la ciudad de Córdoba, República Argentina, Domingo Marimón S.A. y jubilándome en la firma AUPE S.A. filiar de fábrica después de representar la marca durante 39 años de los cuales los últimos 18 años los transité con el cargo de Experto en Usados en la misma filial. Una gran satisfacción de terminar mi carrera como colaborador de la Marca con el número de empleado 47206. Como dato anecdótico, aprendí a conducir a los 12 años de edad en el auto de mi padre un Citroen 11 ligero modelo 1947. Muchas gracias por el espacio.
    Un cordial Saludo.

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