De Pontevedra a Castilla en Bólidos

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A finales de los 90, principios del 2000, mi amigo Antonio y yo, de común acuerdo, decidimos sacrificar ambos Seat 600 E para hacer una transformación personalizada y convertir estos seíllas en auténticos y únicos bólidos que, dicho sea, despiertan una cierta y curiosa admiración.

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No hemos escatimado tiempo ni presupuesto para lograr el objetivo soñado.

Mientras que Antonio se volcó en hacer una auténtica réplica (y superada) de 600 Abarth, yo decidí complementar el mío con accesorios de un coche “moderno” y así se han instalado elevalunas eléctricos, cierre centralizado, 4 cinturones de inercia, volante regulable, doble circuito de frenos, amortiguadores deportivos, 4 frenos de disco, faros supletorios, caja de 5 velocidades… Y después de muchos inventos, ambos coches llevan motor A112 potenciado que pueden superar bastante los 150 Km/h. Vaya, que son unos juguetes que nos hacen disfrutar de lo lindo.

Y así decidimos (Antonio, su cuñado Juan y yo) participar en la XXIV Concentración Nacional de 600 en Tordesillas los días 9 y 10 de julio. Lo tomamos con calma porque el objetivo era poner a prueba nuestras “máquinas” en una excursión de 3 días por tierras castellanas y rodar algo más de 1.000 kms.

Sábado día 9, salida de Porriño a las 9,30h por la N525 cruzando los núcleos añorados de Ponteareas, A Cañiza, Ribadavia, Ourense, Allariz, Xinzo da Limia, Verín y A Gudiña, donde hicimos descanso para comer y repostar. Por la tarde se unió el amigo Manolo para continuar por la N525 hasta Sanabria, con tiempo para visitar y tomar un refresco al lado de las aguas del legendario Lago de Sanabria. Con un sol de justicia llegada a Camarzana de Tera para descanso, revista obligatoria de los coches, cena y alojamiento.

Domingo día 10, en pie a las 8 para desayunar y seguir la N525 hacia Benavente e inevitablemente recordar luctuosos acontecimientos, Colinas de Trasmonte, Santa Cristina de la Polvorosa o río Órbigo. Y una vez enfilada la A6 llegamos a la Plaza Mayor de la magnífica y señorial villa de Tordesillas, para reunirnos con una superada cincuentena de Seat 600 llegados de los más diversos lugares de la geografía española y luego hacer el clásico recorrido multicolor con almuerzo en Los Toreros.

Tarde abrasadora del justiciero Lorenzo, pero sin temor y con la confianza en nuestras monturas, regresamos por Astorga donde se hizo el descanso obligado para buscar donde pernoctar y nos decidimos por Rabanal del Camino por la LE142, ruta del Camino de Santiago. Astorga – Rabanal, 29 Km., pero, por caprichos del “tontón” del GPS, nos guía por pistas forestales, bonitos pueblos perdidos del Bierzo, con un rodeo de casi 40 Km.

El sol comenzaba su declive cuando el amigo Manolo, convertido en “pájaro loco”, se negó a seguir perdido, nos dejó en el periplo, dio media vuelta y que se iba a dormir a su casa de Vigo. Por delante 260 km, de noche, pero su 600 aguantó el tirón; a la 1:02 h nos manda un mensaje: “el pájaro loco ya está en su nido”

Acogedora casa rural en Rabanal, cena montañesa de chef (un par de huevos con patatas fritas y torreznos de panceta) Despertar con un sol amarillento saliendo por el horizonte luchando por asomarse por entre las ramas de los robles. Desayuno y en ruta por la LE142. Muchos romeros es su camino; les aguardaba la Praza do Obradoiro de Santiago el día grande de Galicia para oír la misa del peregrino y sentir el penetrante olor a incienso del volatinero Botafumeiro.

Primeras casas del viejo Bierzo apostadas al margen de la carretera; techumbre de paja, lindas, orgullosas como para revista militar. Parada obligatoria en la Cruz de Ferro del alto de Foncebadón, donde algunos peregrinos depositan una piedra para lastrar sus devociones.

Imposible no detenerse en El Acebo de San Miguel. Estampa indescriptible. Preciosas casas conservadas con corredores en sus fachadas; rúas empedradas y fuentes invitando a refrescarse. Desvío en fuerte pendiente para recrear la vista en Compludo. La herrería con su mazo entre un frondoso bosque de vegetación exuberante; el viejo pueblo perdido entre calladas cumbres, el murmullo del río y, tal vez, el aullido del lobo en las noches invernales. Pueblo, no tanto restaurado como conservado; los vecinos se cuentan con los dedos de una mano, pero en el verano está casi pleno con sus paisanos que vienen a descansar, sobre todo desde la bulliciosa Ponferrada.

Media mañana, carretera sinuosamente empinada propia para rallyes de regularidad. Los bólidos no se quejaban y aguantaban reducciones, frenadas y algún acelerón ocasional. Deslumbrante Molinaseca; se anuncia como “uno de los pueblos más bonitos de España” Señorial, precioso, con su Puente de los Peregrinos, la iglesia de San Nicolás de Bari, casas solariegas en conjunto histórico-artístico.

Con ese regusto y la promesa de repetir la aventura enfilamos la N120 siguiendo el curso del Sil para regreso a lugar de partida. Ponferrada dominada por el castillo de Los Templarios y multitud de monumentos, industrias e historia; Valdeorras con las industrias pizarreras y vinícolas; A Rúa, Montefurado (donde los romanos “furan” el monte para desviar el río Sil con el objetivo de lavar la tierra de Las Médulas y extraer el oro), Quiroga, Monforte de Lemos, Ourense y la A52. A Cañiza: lugar de obligatorio descanso para yantar una buena comida casera y el entremés de “Xamón da Cañiza” con pan de horno de leña.

Atrás han quedado algo más de 1.100 kms y nuestros 600 resistieron sin toser ni despeinarse.

Pepe Gude

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