Enseguida mis nervios desaparecieron al comprobar ya en la primera cena del hotel Guadiana la calidad de las personas que tenía delante, pero solo era la punta del iceberg. Tras el desayuno del domingo nos preparábamos para partir de Ciudad Real a las 9 de la mañana. Poco a poco se perfilaba la hilera de 17 coches encabezados por un furgón de cabeza y otro de cola, con remolques listos también para cualquier imprevisto. Desde Las Lagunas del Ruidera, hasta las minas de Almadén pasando por El parque de Cabañeros, muchos son los pueblos por los que día a día se desarrollaba el recorrido. Todos dignos de mención por su belleza, la simpatía de sus alcaldes y sobretodo sus gentes.

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Saludos, aplausos, risas, fotos… emocionados nos recibían en Almagro, Infantes, Reolid, Alcaraz, El Bonillo, Ruidera, Campo de Criptana, Consuegra, Santa Quiteria, Horcajo de los Montes, Almadén, Puebla de Don Rodrigo, Luciana y Piedrabuena. Es curioso, pero a veces no te das cuenta de la belleza de tu tierra hasta que no la disfrutas subida en un cochecito que va despacito, que no tiene puertas, con mucho humo pero es tranquilito. Y que si se para hay solución, te bajas del coche y un buen empujón... con permiso de Doroteo. Y para sabores destacar la buena cocina probada en cada uno de los restaurantes que tan amablemente nos han atendido. Sus pistos, sopas, calderetas, gachas, migas, alubias, tortas de Alcázar… nos han deleitado todo el tiempo incluidas las berenjenas con denominación de origen de Almagro de las que nos ofrecieron una degustación gratuita.

El placer de comer te da la oportunidad además de compartir momentos muy lindos en cada desayuno, comida y cena, con mis 34 compañeros de viaje y poco a poco, al ir conociéndolos mejor, me iba quedando sorprendida de lo que me iban dando todos y cada uno de ellos. Charlas interesantes y profundas, aportaciones divertidas, consejos, mil risas y algunas lágrimas que me iban uniendo a ellos como un imán a la nevera. Descubrir con que pasión, paciencia y respeto Ramón y Fran se quitaban horas de sueño para dedicarlas a que todos los coches estuvieran a punto antes de volver a iniciar la ruta del día siguiente te da una lección en la vida difícil de olvidar.

Memorable la visita a Campo de Criptana, sus molinos y sus cuevas nos enamoraron un poquito más de esta tierra variopinta, haciendo especial referencia al Sr. Alcalde y sus concejales que nos recibieron y acompañaron en la visita. Imposible olvidar el gran momento en la comida donde nuestros artistas adorables Doroteo y Mario se lanzaban a dedicarnos todo tipo de canciones para que la fiesta no decayera en ningún momento. Pronto el grupo de músicos se hizo más grande y la verbena estaba montada. Pero si tuviera que elegir alguna situación emocionante sobre las cuatro ruedas del biscúter, destacaría el ver atardecer sobre campo manchego mientras el aire enredaba mi pelo de camino a Almadén y el momento de entrar a su plaza de toros donde pudimos disfrutar de una vuelta al ruedo como buenos toreros y salir por la puerta grande sin tener que cortar ninguna oreja. Y como no, llega el momento de darle las gracias a nuestro Don Quijote que con tanta pasión y mimo ha organizado esta ruta de 2016 para que todos pudiésemos disfrutar de cada rinconcito de La Mancha.

Como no podía ser de otra forma ese Don Quijote, compañero incansable de vivencias, piloto experto a veces perdido, nervioso pero genio de masas, eres tú, papá. Gracias.

Texto y Fotos: María José Zapata