El Garaje Clásico de... Don José Ramón Ramil Cagigas

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Invertir en un coche clásico, si en realidad eres un aficionado o apasionado de ello, puede ser uno de los mayores aciertos para satisfacer el “ansia” de coleccionismo.

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Otra cosa podría ser la continuidad de un vehículo que, por la razón que sea, llega a ser de tu propiedad. Otra de estas satisfacciones (o quizás frustración) podría ser la restauración y/o conservación de los mismos, si no dominas la mecánica o tienes aliados en tu proyecto y un poco de solvencia económica, un proyecto puede acabar en la desidia o en el limbo de un garaje o donante de piezas.

Cada vez son más las personas que toman la decisión de involucrarse en los clásicos, movimiento que incrementa día a día el mercado de las restauraciones por parte de talleres especializados, convirtiéndose en un negocio con más o menos acierto para cualquier diletante o amateur que acude a ellos. Don José Ramón, un veterano de estos temas, además de ex-piloto de rallyes en los años 70 en su Cantabria natal, podría aleccionarnos con su experiencia en algunas de estas cuestiones, pero por el momento, hoy nos abre las puertas de su garaje para mostrarnos su colección. Empezaremos con el más querido de ellos, que supuso el comienzo de su afición, se trata de un Riley 1.5 Saloon. Excepto el tapizado (sillones, moqueta y techo), que se rehízo respetando color y materiales, todo lo demás se ha mantenido original; matriculado capicúa en 1962 y atreviéndose alguna vez a participar en algunos rallyes de regularidad.

Continuamos con dos excelentes máquinas de la estrella de tres puntas, una es un coupe W123 280 CE de 1983, que se utilizaba prácticamente a diario hasta hace poco, conservando toda su originalidad de fábrica. La otra es un súper deportivo W107 350SL de 1972, al cual sí se le ha hecho una gran restauración integral con casi tres años de trabajo, para hoy en día lucir un inmejorable porte.

Terminamos (por el momento) con un británico icónico, parte de un proyecto fabricado entre 1948 y 1971 en tres series sucesivas y en cuatro carrocerías diferentes por el diseñador Alec Issigonis. Ésta en particular es una furgoneta Morris Minor Traveller 1000 matriculada en 1961. Nos cuenta Don José Ramón que lo de esta máquina fue un amor a primera vista, y que por algo más de los cinco años siguientes casi se convierte en desamor, pues costó mucho su restauración, no solo en lo económico, sino en tiempo y trabajo. Afortunadamente, la mente humana al recordar, valora y se recrea más en los buenos momentos, obviando muchas veces los malos, y en este caso al verla en su estado actual no podemos imaginar el trabajo de desmonte de motor y carrocería, pedidos a Inglaterra, trato con algún taller irresponsable, montaje y un largo etcétera que solo los que lo hayan pasado comprenderán, pero hoy su transformación es total y observarla compensa lo vivido, ya que no se puede pasar por alto en ninguna exposición ni paseo.

En los últimos años, la restauración de coches clásicos y antiguos ha crecido mucho, para algunos quizás sea moda y quizás para otros una inversión, no sé qué pasara mañana con la virulenta actualidad que nos confina, esperando y deseando que sea breve pudiendo pronto sacar nuestros coches y hacer rugir sus motores por las carreteras de nuestra geografía. Quizás todo esto sea un tamiz que descubra quien realmente sea un apasionado de esta afición, como en este caso lo es nuestro protagonista, al cual agradezco que muy amablemente nos haya abierto las puertas de su garaje clásico.

Texto y fotos: Lorenzo Suárez Dorta

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