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Land Rover: La nostalgia hecha vehículo

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De gran robustez, la carrocería de chapa de aleación ligera, inoxidable.

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La historia de la automoción en España intenta acoger la pervivencia de este bien escaso, porque no se puede hacer tabla rasa con todo el material de apoyo de este arte sin gloria que constituye el colectivo vehicular de cualquier vocacional y protector que se precie de ello.

El origen de la marca Land Rover data de 1947, presentándose en el Salón de Amsterdam en 1948, y un año después se inicia su fabricación.

Al principio, el puesto de conducción iba en el centro del asiento delantero para facilitar la conducción en lugares diversos, tanto a derecha o izquierda. El Land Rover, en 1948, se convirtió en el patriarca de una familia mítica, añadiéndosele a sus aptitudes todoterreno su aspecto aventurero.

La evolución de salidas al mercado de los modelos más antiguos es: En 1948 nace Land Rover, serie I (para este autor, la joya de la corona), apodado bucólicamente en el Reino Unido “el amigo de los granjeros”; en 1958 la serie II; en 1970 Range Rover, nace la marca 4x4 de lujo; en 1971 Land Rover, serie III; en 1989 Land Rover, Discovery; en 1990, cambia de nombre, Defender; en 1994 Range Rover, serie II; en 1997 Freelander; en 2001 Range Rover, serie III... Los siguientes modelos aún no son historia.

De gran robustez, la carrocería de chapa de aleación ligera, inoxidable. En el exterior todos los accesorios son de acero galvanizado, evitando así oxidación. Desde los primeros tiempos, estos vehículos estuvieron vinculados a las Fuerzas Armadas, cuerpos policiales, Bomberos y otros órganos de la Administración, comenzando con la misma serie I, que ya lo tildaba como seductor. Este primer Land Rover, que no se fabricó en España, el más bonito, el más emblemático, el más carismático, y de líneas extraordinarias, hacen que no se entienda muy bien al que dijo aquello del “amigo de los granjeros”, porque fue, y es, sin duda, un seductor. Los coleccionistas velan porque el arte de la movilidad permanezca sine die con vida propia, buscando, como locos, un serie I para su galería de vehículos históricos. Se recuerda a los serie I que los ejércitos tuvieron en activo hasta bien entrados los años 70 del siglo XX. El Ejército de Tierra los conservó en su color original, procedente del Reino Unido, con que salían de fábrica, un color verde vivo, precioso en su tonalidad, cautivador, impecable, realmente bello.

La marca británica, a través de la factoría española de Santana en Linares (Jaén), a partir de la serie II, estuvo presente durante muchísimos años en unidades militares, Guardia Civil, Policía Armada..., y particulares de múltiples sectores, a través de tres modelos fundamentales, el 88 (el Land Rover corto), el 109 (el largo), y el 1300 (denominado “la chata” por su silueta). Los destinados en el Sáhara fueron adaptados, llevando delante y detrás un par de depósitos para líquidos en ambos sitios (vamos, petacas), entre otros detalles, perdiéndose los delanteros con motivo de la llegada de los nuevos vehículos (1971) en que traían los faros en la aleta, y no en el radiador, por lo que perdieron el espacio de las petacas.

En 1950, una fábrica andaluza (Metalúrgicas Santa Ana, de Linares), con licencia The Rover Company Limited, fabricaría los cotizados modelos de la citada marca, saliendo a la calle en 1959 la serie II de Land Rover, que incluía en su logotipo el término “Santana”, identificando su origen. Fabricarían dos modelos, el de chasis corto, el 88, y el de chasis largo, el 109. Los primeros compradores de la serie II en España fueron instituciones y empresas públicas: Los tres ejércitos, Guardia Civil, Policía Armada, Ministerio de Obras Públicas, Ministerio de Agricultura y Compañía Telefónica Nacional de España, dando los resultados esperados. También tuvieron un rotundo éxito en manos de particulares.

Recuerda este autor con nostalgia, a título de ejemplo, un flamante modelo de la serie I, tal y como llegó del Reino Unido, verde, precioso, fino, elegante… de matrícula SE-24537 (año 1954) del tipo moldura, pero una moldura de dígitos algo más pequeños, redondeados, con el filo color gris, que en relieve quedaba precioso, que prestaría sus servicios en la Dehesa “El Campillo”, término de Aznalcóllar (Sevilla), patria chica del autor.

En 1962 se presenta la serie II a, con mejores mecánicas y nuevos accesorios, y sobre su base nació el también legendario modelo 1300 “la chata”, ya indicado. Cambió en su construcción en 1970, y en 1971, tras un cambio en las normativas de homologación de vehículos, los faros delanteros pasaron de la parte central y hundidos, como se ha citado, desplazándose hacia las aletas. El acierto estético no sería plausible en cuanto al agrado de los usuarios de prácticas desérticas al perderse las petacas delanteras, como quedó apuntado. Entre 1974 y 1984 se fabricó la serie III, potenciándose su funcionalidad, cambiándosele la parrilla.

El Land Rover Santana, sería un automóvil todoterreno fabricado en España entre 1958 y 1994, que marcaría historia entre las instituciones civiles y militares mentadas. Se ha dicho que fueron “fortalezas con ruedas” sustituyéndose por Nissan Patrol, heredera de la actividad industrial de Motor Ibérica, S. A., fabricante hasta ese momento de Ebro. Santana Motor, la factoría jiennense de Linares, terminaría liquidándose. Este fabricante inglés de automóviles, que ya ha cumplido 70 años, pertenece en la actualidad al grupo Tata Motors.

Fco J. González Del Piñal Jurado

Real Asociación de Amigos de los Museos Militares de España

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1 comentario

  • Julián NÚÑEZ Jueves, 03 Junio 2021 23:06 publicado por Julián NÚÑEZ

    El puesto de conducción en el centro, para que el Propietario/Granjero, lo utilize como un tractor en la faena agrícola, y luego como vehículo de carga, para transportar y comercializar sus productos al mercado.