I Encuentro Cultural Land Rover en Mazo

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Series I de gasolina, Santanas Ligeros, otro 109 Especial, Series IIA de los fabricados en Linares, una colección increíble de 109 Serie III, Defenders 90 y 110, Discoverys, Range Rovers… Así hasta 43 vehículos.

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14 octubre, La Palma (Tenerife)

El municipio de Mazo es un balcón sostenido a 500 metros sobre el nivel del mar que se va derramando desde el monte hasta el océano. De noche, como en toda la isla de La Palma, las farolas iluminan discretamente con una luz amarilla muy tenue para respetar el trabajo del observatorio astronómico del Roque de los Muchachos. El cielo, por lo tanto, agradece el sacrificio con una infinidad de estrellas majestuosa y sobrecogedora. Sobre todo, porque uno las puede observar en silencio, en el riguroso silencio nocturno de esta isla. Un Land Rover Santana 109 Serie III diésel a las 23 h escalando las curvas empinadas y oscuras es, por ende, como un bando municipal que delata que alguien vuelve muy tarde a casa o que acaba de llegar a la isla en el último barco del viernes.

El sábado 14 de octubre amanece como un día de verano. En la franja naranja del horizonte se recorta el Teide. Una de las particularidades de La Palma es que hay que andar con mucho ojo con los horarios: un viernes a partir de las diez de la noche puedes verte sin gasolineras abiertas en la dirección a la que te diriges y tienes que esperar a que antes del desayuno aparezca un Land Rover Discovery Camel Edition con dos Jerry-can a traerte gasoil para empezar la jornada. Del Sandglow se baja David, lo más sonriente que puede estar uno a las 6 y poco de la mañana. David es de Mazo, pero vive en Gran Canaria y este fin de semana ha vuelto a casa como organizador del I Encuentro Cultural Land Rover junto a quien escribe y a Antonio Manuel, Toni para los amigos.

Dentro de la poca prisa que permite el viejo 109, nos pasamos a reconocer el lugar donde esperamos que hoy se concentren un número indeterminado de Land Rover. Yo me conformo con diez, David apuesta por unos 30. Los citamos a las 11, pero a las 7 ya hay un 109 Serie IIA aparcado con un remolque enganchado detrás. Cargamos al madrugador en nuestro coche y vamos a buscar otro Santana de la zona.

Los nervios van ya aflorando en el estómago. Idafe Hernández, el joven alcalde y entusiasta de los Land Rover, impulso necesarísimo para este evento, aparece también temprano para dirigir desde el centro cultural que hoy es cuartel de operaciones. En una de las paredes, una exposición de ilustraciones de quien escribe muestra escenas de aventuras como la Santana Trophy o la Camel Trophy. En un salón aledaño, se disponen largas mesas como para un banquete.

El sol se coloca pronto en posición de vigía y entonces se escuchan llegar. Se los oye venir desde lejos y empieza un goteo que no cesa: Series I de gasolina, Santanas Ligeros, otro 109 Especial, Series IIA de los fabricados en Linares, una colección increíble de 109 Serie III, Defenders 90 y 110, Discoverys, Range Rovers… Así hasta 43 vehículos. Dueños, acompañantes y familiares comienzan a entremezclarse y a mostrarse unos a otros sus cicatrices, arreglos, particularidades y todo aquello que los hace enorgullecerse de sus viejas metálicas. Anécdotas e historias se van sucediendo, como la del Santana Serie II de Felipe, que ha venido con su familia desde Tenerife y que se entera aquí que hay fotos de su coche transportando a reporteros de TVE en 1971 durante la erupción del volcán Teneguía. Antonio Lorenzo, que es mecánico, trae un viejo manual de reparaciones de Santana editado en Madrid. Luis Rodríguez, de Los Franceses, señala el Serie II de 1958 de Gregorio Pérez y Pérez, probablemente el primer Land Rover británico Diesel en arribar a La Palma. Hace 65 años, aquel coche fue comprado para ser llevado al municipio de Garafía. Desde el puerto de la capital, Santa Cruz, una pista abrupta llevaba al norte, pero sólo hasta Barlovento. Para cruzar a Garafía aún no había puentes, tan sólo un proyecto de construcción del primero. El Land Rover tuvo que ser desarmado para ir pasándolo poco a poco a través de un cable de acero.

Los participantes intercambian pareceres, consejos, contactos, batallas… Se arremolinan en torno a los coches sin importarles el peso del sol. Hay que arrastrarlos para que entren a dar cuenta de la paella que ha preparado la sociedad gastronómica local y de los buenos caldos de la bodega Hoyo de Mazo. Con la sobremesa y el buen ambiente se sortea entre los asistentes una serie de descuentos en repuestos cortesía de Pepe de LDM Recambios. Barriga llena y corazón contento, las nuevas amistades y las que se rejuvenecen se van despidiendo, agradecidos e ilusionados, confiando en que el próximo año la edición vuelva a darse con más de esos viejos Land Rover característicos del paisaje de muchos lugares, sí, pero sobre todo de islas como La Palma.

Texto y fotos: Ayoze Álvarez @industrialmagua

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