XXIV Concentración nacional de Seat 600 y clásicos populares "Ciudad de Zaragoza"

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Durante el pasado fin de semana del 10 y el 11 de junio, se celebró la edición número 24 de la Concentración nacional de Seat 600 y clásicos populares "Cuidad de Zaragoza".

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La concentración, organizada por la Asociación aragonesa "Amigos del 600", contó con casi 70 vehículos venidos hasta Zaragoza desde distintos puntos de Aragón y de otras comunidades como La Rioja o Navarra. Incluso unos valientes que recorrieron más de 800 kilómetros, llegaron a la capital del Ebro desde Torremolinos. Y eso que, durante ese fin de semana, Zaragoza estaba inmersa en una ola de calor agobiante.

En la mañana del domingo, los vehículos 'invadieron' Zaragoza, realizando un extenso recorrido por sus calles. Previamente, el sábado, se hizo una excursión lúdico-cultural en la que se visitó la localidad zaragozana de Belchite.

Sábado: Visita a las ruinas del pueblo viejo

La jornada del sábado, comenzaba a las ocho de la mañana, con una quedada en las instalaciones de Seat Aragón Car. Donde los participantes al evento pudieron disfrutar de un desayuno, ofrecido por el concesionario para coger fuerzas antes de emprender la marcha.

Tras las fotos de familia, todos subían a sus vehículos y empezaban el viaje.

Después de poco más de 45 kilómetros recorridos, se llegaba a Belchite y la caravana de vehículos era recibida por las autoridades del pueblo mientras se iba aparcando en una zona habilitada para ello, en la que los vecinos y curiosos acudían a ver los coches, e incluso a contar anécdotas de su juventud.

Se pasaba a almorzar, con el fin de coger fuerzas antes de la visita. Tras la salida del restaurante, se disponía de un poco de tiempo libre antes de acudir al punto de inicio de la visita al pueblo viejo.

Belchite, es una localidad que quedó destruida en una de las batallas que se libraron durante la guerra civil española y donde murieron más de cinco mil personas. Tras ser construido un pueblo nuevo en las cercanías, se decidió conservar las ruinas del viejo para dejar constancia de lo que pasó, conocer la historia y evitar repetirla en el futuro.

La visita era guiada. Estaba muy bien explicada y era amena. Mientras se atendía a la guía, todo el mundo buscaba desesperadamente un poco de sombra, para cobijarse del sol que, a esas horas, empezaba a calentar con fuerza.

Tras la comida, se emprendía la vuelta a Zaragoza. El calor ya era sofocante y esto hacía que los 600 fuesen al límite. De todos es sabido los problemas de refrigeración de estos utilitarios. Aún así, todos se portaron de maravilla y no hubo que lamentar ninguna baja.

Por la noche, cena de hermandad, previo paso por casa para ponerse guapos. Y después, a descansar, porque aún quedaba una jornada de la concentración.

Domingo: la gran concentración

A pesar de la temprana hora, el calor ya se dejaba notar. Todo hacía indicar que las altas temperaturas sufridas el día anterior, se iban a repetir.

A las ocho de la mañana, se empezaba a organizar todo en el parking exterior del Centro comercial Augusta.

Un par de horas después, los primeros vehículos empezaban a llegar. Tras aparcar, los ocupantes se acercaban al puesto de control. Se les entregaba un dorsal identificativo y una bolsa conmemorativa, repleta de obsequios cedidos por las empresas colaboradoras con el evento. Así como un pequeño tentempié para quien lo desease.

Una vez cumplimentadas las inscripciones de última hora, se daba paso a un concurso de cocina en el que los participantes acudían con una tortilla previamente elaborada en casa. Tras el fallo del jurado, se repartían unos premios a los ganadores y los asistentes pasaban a probar las tortillas presentadas.

A las doce del mediodía, llegaba la policía local para acompañar a los participantes durante el recorrido de más de 30 kilómetros por las calles de Zaragoza.

La salida se retrasó, ya que, debido a las altas temperaturas, una persona sufrió un golpe de calor y tuvo que ser atendida.

Aproximadamente 90 minutos después, terminaba el pasacalles en el Asador La Junquera y se hacía una comida de hermandad. Tras la cual se repartían trofeos y se sorteaban varios regalos, antes de dar por finalizada la concentración.

Nota final

Una gran concentración que lleva mucho trabajo organizar. En la que se pone mucho empeño, ganas e ilusión para que todo salga bien y sea del agrado de todos.

Este cronista, que ha puesto su pequeñito grano de arena para que todo esto funcionase, se siente bien correspondido simplemente con haber visto la cara de felicidad de cientos de personas (sobre todo de los niños) que no pararon de reír, aplaudir y jalear nuestro paso por las calles, y que hicieron que apareciese una sonrisa en su cara, que aún continúa mientras recuerda y escribe todo esto.

Nos vemos el año que viene.

Texto y fotos: Carlos Bernad Tena.

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