No se puede estar en Misa y repicando y que razón tiene el refrán. Un poco tarde, pero aquí estamos dispuestos, con la mejor voluntad del mundo, a contarles como ha discurrido el encuentro en un fin de semana caluroso del mes de julio y en tierras castellanas.

A finales de los 90, principios del 2000, mi amigo Antonio y yo, de común acuerdo, decidimos sacrificar ambos Seat 600 E para hacer una transformación personalizada y convertir estos seíllas en auténticos y únicos bólidos que, dicho sea, despiertan una cierta y curiosa admiración.

El encuentro, como no podría ser de otra manera después de veinticuatro ediciones, resultó francamente bien.

Un año más, La Senda de Tordesillas ha promovido un encuentro de Seat 600 en su ciudad. Nada menos que el 23º, ¡y camino de las “bodas de plata”!

Los pasados días 7 y 8 de julio, los amigos del 600 de Tordesillas, celebraron su XXII Encuentro Nacional.

La broncínea talla del toro de La Vega de empitonadas astas y resoplantes ollares contemplaba estático la caravana multicolor de los Seat 600 en su ir y venir, cruzando el puente sobre el río Duero para visitar las campiñas y ciudades de Nava del Rey, Siete Iglesias de Trabancos y Pollos. Y así transcurre el feliz XXI Encuentro Nacional de Seat 600 y derivados que, por obra, gracia, sudor y lágrimas de la agrupación La Senda ha logrado una reunión satisfactoria de clubes y aficionados  para gozar del placer de unos ricos yantares y el disfrute del emblemático coche del pueblo español, el Seat 600.

Tordesillas, ciudad vallisoletana encla­vada en la pura meseta castellana. Se­ñorío de reyes, reinas y amantes reales. Altaneras torres y señoriales residencias reflejadas en el espejo del Duero ante la expectante mirada del estático astado toro de la Vega.