La nave, dedicada a la restauración de vehículos clásicos, estaba situada en Pomar de Suso, en Salceda de Caselas.

Sigue estos consejos si quieres encontrarte tu clásico en perfectas condiciones la próxima primavera.

· Gran aficionado a los 600, ya que ese fue su primer vehículo en los 60’s. Hoy en su garaje conserva dos de ellos, ambos de color blanco, uno chicharrero y el otro ilerdense, con puertas suicidas.

Nuestro protagonista nació en Julio de 1933 en La Estrella de La Jara, un pequeño pueblo cercano a Talavera de la Reina (Toledo). Comenzó su vida laboral con catorce años como aprendiz de chapista en un taller llamado La Golondrina, con muy buenos profesionales de los cuales aprendió mucho sobre la profesión de carrocero-chapista. Durante sus tres primeras semanas no percibió ningún salario y pasado el periodo de prueba comenzó a cobrar catorce pesetas a la semana.

Hoy nos abre las puertas de su garaje clásico, el joven, pero no novato, Don Óscar Álvarez Acuña, que desde los ocho años ya competía en las pistas Karting de Tenerife, fiel seguidor de la afición del motor, siendo su padre Don Antonio Álvarez, del cual dice haberlo aprendido todo, desde restaurar hasta pilotar una maquina, quien lo formo y al cual desde estas líneas quiere agradecer toda su ayuda y apoyo, pues  desde muy corta edad supo aprovechar esta sana devoción, compartiendo y dando fe de casi todo ello, su exposición particular donde atesoran celosamente, fotos, diplomas, libros, trofeos, catálogos, maquetas, carteles y demás  enseres  relacionados con esta materia.

La sociedad de consumo que ha convertido al mundo en un dominguero mercadillo, imponiendo como modelo humano la rápida compraventa de lo que en muy poco tiempo se convierte en obsoleto, antiguo y de poco valor, necesitando para constituirse y precisando para subsistir una acción que anime el ansia y la gula del consumismo, haciendo que, lo algunas veces inútil o innecesario, resulte duradero y haga desear su posesión, anestesiando con un bombardeo de publicidad lo infelices que seriamos, si no tenemos esa novedad, que promete ser la salvación de nuestra ansiada sed de felicidad.

Hace ya algunos años, concretamente en junio de 2012 Don Francisco Domínguez Hernández tuvo la gentileza de enseñarnos su garage clásico en esta revista (Autofoto nº 190), el tiempo pasa, y su colección ha tenido algunos cambios, pocos pero muy significativos.

“Honra merece, quien a los suyos parece”. Este oportuno y popular refrán bien podía ser el título de una vida de empeño, superación y como no, de una saga familiar de pasión por el motor, que comienza con el Abuelo Lise Giro, cuando despuntando el siglo XX aparecen unos ingenios mecánicos capaces de sustituir a los carros tirados por caballos.

Una grata sorpresa es la que me he llevado con Don Juan Dámaso, del que aunque ya sabíamos su pasión por todo lo que lleve un motor, y después de conocernos hace algunos años, no me esperaba que en su garaje tuviera una colección de clásicos y antiguos tan variados, y la mayoría de ellos en muy buen estado.

“Si en un caso extremo tuviera que salvar uno solo de mis coches, ese sería el Jaguar…” Y es que su padre se lo regaló hace más de 40 años, después de sufrir un gravísimo accidente. 

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