Después de treinta y un años en Australia, Viktor Grahser vuelve a su Austria natal con una maleta y tres Porsche 356. Abre una brecha en la fachada de su casa y mete uno de los coches en la sala de estar. Los otros dos esperan en vano su restauración en el interior de un contenedor. Once años después de la muerte de Grahser, solo hay un 356 Roadster terminado. Y ha encontrado un dueño famoso.