Lo importante que hay que tener presente en cualquier restauración es buscar la máxima originalidad posible, huyendo de las actuaciones deportivas que exponen a la reliquia a una acelerada degradación (conocí, y lo digo con dolor, a un grupo de propietarios de vehículos históricos que para diversión sometían a los mismos a trayectos abruptos, como un ejemplar de 1923 que lo tiraban por unas escalinatas. Pregunté que eso era una pena, porque el coche histórico es como un anciano y hay que cuidarlo y podría romperse, y la respuesta fue: “anda…, pues se arregla”).