Cada vez son más frecuentes las reacciones negativas a los precios de venta de los coches antiguos. No son una ni dos las discusiones que hemos presenciado últimamente acerca de esto. El debate forma parte inevitable de esta afición y es necesario siempre que sea constructivo, cualidad que suele desaparecer cuando el medio de comunicación es internet.
No es bueno que nos dejemos llevar por las ganas de especular, ni es necesario que quien creamos que pretende hacer esto sea el blanco de una lluvia de descalificaciones a la que resulta muy fácil sumarse como nube, sobre todo, como ya hemos dicho, si escribimos detrás de una pantalla.
Es probable que quien intenta vender un clásico a un precio que a simple vista es desorbitado, haya invertido en restaurarlo una cantidad que se nos escapa. Se me vienen muchos ejemplos a la cabeza, coches en venta que para la gran mayoría tenían un precio que les sonaba a tomadura de pelo y no dudaban en proclamarlo aireadamente, acaban siendo vendidos a ese precio –de forma justa–, a un satisfecho nuevo propietario, que es consciente de que conseguir un molde que dé la curvatura original para fabricarle la luna trasera ideal a ese modelo, no es tarea sencilla (por poner un ejemplo).
De la misma forma que también es probable que el que intenta vender un clásico al mismo precio que lo ha visto en un portal de compraventa alemán, aunque crea que tiene el suyo en muy buen estado, no tiene en cuenta que la calidad de la restauración de algunos países aún se encuentra (salvando excepciones que siempre hay) bastante por encima de la que estamos habituados por aquí, por lo que el intento de globalizar precios acaba en amago y enfado.
Por eso, ante un caso y ante el otro, lo principal es respeto. Opinar sí, pero con respeto. Si sumamos conocimiento en lugar de criticar, seguramente salgan beneficiadas ambas partes.
Ferrari 308 GTB, año 1976 Vetroresina fibra de vidrio. Un ejemplo de las piezas de Juan Bolart.
Acerca del tema en cuestión, tras coincidir con él en algunas ferias y volver a hacerlo en este último Autoretro, charlamos con Juan Bolart, de Barcelona, probablemente unos de los mayores expertos de nuestro país en el asunto que nos atañe. Y lo de experto no lo decimos por decir, ya que son más de 40 años los que lleva dedicado a la compraventa e importación de ilusiones en forma de vehículos, siguiendo la estela de su madre, propietaria del primer stand que hubo, precisamente en Autoretro, en los comienzos de los 80’s. Esta tradición la ha continuado él hasta el día de hoy, sin faltar a la cita anual ni una sola vez. Nos comenta que “El mercado cambia por generaciones, lo que antes gustaba mucho, ya no, así de simple. El comprador medio de hoy ya no busca un clásico de los años 30 porque eso no lo vivió, y en los gustos por los coches antiguos juega un papel muy importante la nostalgia. Aunque una pieza buena, será buena siempre”.
Sobre los vaivenes de precios y la inflación nos comenta que “el mercado se ha vuelto loco, pero los precios tendrán que volver a su sitio. Por ejemplo, probablemente los Ferraris ya no suban más, aunque tampoco es fácil que bajen porque, el que pagó mucho -claro está-, ahora no lo quiere vender por menos. A esto se suman los vendedores de otras marcas que se suben al carro al observar la subida, pero no todo tiene por qué funcionar igual. Para que un mercado funcione, es imprescindible mentalizarse que los precios deben ser atractivos, y más en España con la situación actual”. Al hilo de esto, vemos como crece el número de Porsches a la venta y mengua el número de compradores de los mismos por motivos obvios.
Nos cuenta Juan que “a la hora de comprar y vender en este gremio es fundamental que ambas partes sepan lo que están haciendo, ya que muchas veces sobran quejas y comparaciones. Puede que un comprador esté molesto porque el coche vibra, hace mucho ruido o cierra raro, sin entender que eso es parte del encanto. Si no entiendes eso, es que esto no te apasiona. Comprar un coche no te arreglará nada, tener afición por el mismo, sí”, totalmente de acuerdo.
Orgulloso de lo que hace, prosigue “yo nunca me jubilaré, mi trabajo es mi pasión. Sé que voy a morir aquí. Hasta limpio los coches con pasión. Si solo fuera negocio, habría cerrado hace años porque muchas veces lo que vendo no encaja en el mercado y acabo perdiendo dinero, pero no pierdo las ganas”. Nos apunta acerca del estancamiento del mercado nacional que “aquí tenemos un sentido de la propiedad muy arraigado en relación a cualquier otro país occidental avanzado. Mucho de lo que poseemos queremos tenerlo para toda la vida, por lo que el apego juega también un papel importante en la falta de movimiento”.
Panorámica del garaje de Juan Bolart.
Bolart tiene a sus espaldas 184 restauraciones: Bugatis, Porsches, Maseratis, BMW… y es esa amplia experiencia en todas las marcas lo que le sirve para conocer los puntos flojos de cualquier modelo.
Seguimos charlando con Juan y coincidimos en la importancia de estar abiertos a crecer culturalmente, ya que “aunque hayas leído mucho sobre un modelo, seguramente otros puntos de vista con experiencias distintas sean de gran ayuda y nos demos cuenta de que no lo sabíamos todo”. Un placer conversar con gente así.
Para terminar, me permito parafrasear a mi paisano Antonio Machado que, aun siendo de corte más bien modernista, lo mismo andaba pensando en la compraventa de clásicos cuando sentenció “Todo necio confunde valor y precio”. Y apuntilló “Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, tendríamos una gran calma que podríamos aprovechar para el estudio”.
Ojo, yo el primero.
Artículo extraído de la revista Autofoto nº245
