XXVIII Salida de la Sección Porsche, ruta por El Sobrarbe y El Somontano

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Esta vez la salida era de dos días, 17 y 18 de junio, como venimos haciendo una vez al año. Disfrutamos de muy buen tiempo, tal vez demasiado caluroso para ir dentro de clásicos sin aire acondicionado, pero fue lo de menos. El paisaje de la zona elegida para la ruta lucía así con más esplendor.

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Además, aprovechando la información aportada por un miembro de la Sección que tenía una buena oferta del Hotel Barceló Monasterio de Boltaña, un cinco estrellas en un antiguo monasterio fantásticamente rehabilitado, nos animamos a hacer la salida por aquella zona.

En total, contando ida y retorno a casa -suponiendo fuera Barcelona-, cayeron algo más de 750 kms entre los dos días.  Muy buena participación para ser salida de dos días, 26 coches con 48 participantes, y eso que a última hora fallaron tres coches por indisposición de sus participantes.  ¡Poneos buenos, compañeros!

De hecho, con estas distancias, el recorrido del sábado por la mañana era la subida a Aínsa, que con esto ya había bastante si, además, elegimos como siempre se hace, el camino más turístico y rebuscado… y menos directo.

Al mediodía, en Aínsa, comimos cocina de la zona bajo los porches de la plaza con los coches aparcados en batería ante nosotros en la misma plaza, una gentileza del Ayuntamiento y del restaurador que fue quién lo gestionó.  ¡Gracias señores, fue todo un detalle por parte de ustedes y resultó francamente bonito!

Por la tarde había la opción de ir directos a Boltaña, a la piscina o al spa del hotel (hacía un calor infernal, creo que coincidimos con los días más fuertes de temperatura) o ir al valle de Pineta, al Parador del Monte Perdido, a tomar un refresco en su terraza, a riesgo de perdernos la remojada en el hotel. El camino es muy agradable y las vistas desde el Parador son inmejorables. Quienes tomaron esta segunda opción estuvieron de suerte porque todavía pudieron disfrutar de un baño antes de cenar en el hotel.

Al día siguiente, tras almorzar y dejar el hotel, fuimos camino a la sierra de Guara hacia Alquézar, una población histórica muy bonita que, después de años de abandono casi total, fue redescubierta, restaurada con bastante buen gusto y explotada turísticamente, que es de lo que hoy vive. La sierra de Guara es un paraíso del barranquismo y medio Alquézar vive del deporte de aventura.

Hay que decir que la situación colgada del pueblo sobre unos de los barrancos que caracterizan la zona ya es de por sí un espectáculo. Aquí también tenemos que agradecer a su Alcalde, una persona amabilísima, que nos permitiera aparcar en una zona de peatones en la parte alta del pueblo, bajo el Castillo y la Colegiata.  Incluso, enviándonos el alguacil a la entrada del pueblo para guiarnos hasta el aparcamiento reservado.  ¡Un trato de privilegio!

Se hizo visita guiada y después volvimos a los coches para hacer los kilómetros que nos faltaban para ir a Bierge a comer.  Los coches con menos caballos tuvieron dificultades para superar la rampa tan pronunciada de acceso al aparcamiento.  Bajar fue fácil, pero salir ya era otra cosa...

En Bierge, tras la comida, se inició el duro regreso.  Digo duro, porque suponía entrar en el coche aparcado al sol y conducir tostándose la piel de las manos al volante, ¡palabra de este humilde cronista, servidor de ustedes, que lo sufrió! Acabaré instalando un ventilador eléctrico como los que tenían los taxistas en los 60 (lástima que no deben haber de 6V).

Finalmente, una palabra en favor de la cocina aragonesa.  Quizás no será tan variada como la mediterránea, se basa mucho en el cordero -el famoso ternasco-, pero en los dos restaurantes que comimos estaba buenísimo todo... ¿sobre todo el ternasco del sábado a Aïnsa! ¡Qué maravilla de plato!

Texto y fotos: Granera

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